12/6/09

Fútbol, una cosa de locos

La primera razón que se atribuye al mal juego de la Selección es que no hay tiempo para trabajar. Voy a permitirme no coincidir. Yo creo que la causa principal es la falta de una idea de juego. Y esto es absoluta responsabilidad del director técnico. Desde mi punto de vista, el loco Bielsa es la prueba de que, sabiendo lo que uno busca, y a través del convencimiento, se puede lograr que la Selección de fútbol tenga un estilo de juego propio. “El esquema que yo armo es con un par de wines bien abiertos, un centrodelantero, un volante de creación, un “5” tradicional y una defensa con un solo jugador más que la delantera rival”.

Su carrera como director técnico comenzó en las inferiores de su querido Newell’s Old Boys. Dejó el fútbol tempranamente, con tan solo 23 años, por creer que no tenía las condiciones necesarias para rendir en la alta competencia, a pesar de haber jugado en primera. Al poco tiempo fue a hablar con Griffa, director general del fútbol amateur del club rosarino, y le planteó sus ganas de trabajar. Marcelo se hizo de abajo, participó en la formación de muchos de los jugadores que luego llevó a primera división y con los que ganó su primer título como técnico.

Le dicen loco porque es un personaje distinto en el ambiente del fútbol. Su manera de hablar lo hace por momentos indescifrable. “La oferta de la recepción debe ser vertical”, le dijo una vez a Ortega en medio del partido. Es un estudioso obsesivo de su profesión. Pero por sobre todas las cosas es un obsesivo del ataque. Hizo el profesorado de educación física con el único interés de aprender técnicas que le permitiesen extraer el máximo rendimiento físico de sus jugadores. Siente que si no logra hacer rendir a un futbolista al máximo de su capacidad está fracasando como entrenador. Por su forma de ser, es incapaz de disfrutar de la actividad que eligió como forma de vida. “Fui feliz cuando disfruté del amateurismo, cuando crecí enamorado de mi trabajo. Tengo un sentimiento profundo por el fútbol, por el origen del juego, por el picado y por el baldío. Desprecio todo lo añadido, todo lo que le fueron agregando para convertirlo extrañamente en deseado”. Siempre apela al espíritu amateur de sus dirigidos. No entiende el deporte como negocio. Vive lejos de las cámaras, es tímido y reservado. No quiere que se metan en su intimidad y, por esa razón, nunca invade la de los demás.

Marcelo Bielsa estuvo a cargo del Seleccionado mayor de fútbol durante 6 años. En ese período hubo muchos que lo apoyaban y otros tantos que estaban en contra. Pero hay algo que todos reconocían: la Selección tenía un estilo de juego bien marcado. Fue un equipo que buscó ser protagonista, siempre. “Me atrae la victoria y me doy cuenta de que el camino que más me acerca a ella es el protagonismo. Jamás pensaría un partido sin jugar en el campo rival”, son palabras de Bielsa. Durante ese período, Argentina fue un equipo que presionaba en todos los sectores de la cancha, un equipo solidario en el que todos corrían para recuperar el balón y que tenía un objetivo primordial: atacar. Estás fueron características de la Selección que clasificó al mundial cuatro fechas antes de finalizar la eliminatoria, que quedó eliminada en primera ronda y que ganó invicta la primera medalla de oro en fútbol de la historia.

El 11 de Junio de 2002, hace 7 años, el loco vivía uno de los momentos más tristes en su carrera como entrenador: la Selección argentina quedaba eliminada del mundial en primera ronda, luego de empatar 1 a 1 con Suecia y finalizar tercera en su grupo. Antes de viajar a Japón, Bielsa declaró: “el medio ya decidió que no salir campeón será un fracaso. Nosotros quedamos sujetos a esa opinión, que doy por válida”. Cuarenta días después, con el dolor por la eliminación del mundial todavía latente, el presidente de la AFA, Julio Grondona, sorprendió a todos al renovarle el contrato. Fue la primera vez en 23 años de mandato que le dio una segunda oportunidad a un técnico que no había salido campeón del mundo. Era el reconocimiento a un gran equipo, que tuvo su pico de rendimiento en las eliminatorias y que llegó como uno de los máximos favoritos a Corea-Japón, pero que no estuvo a la altura del nivel mostrado meses atrás y volvió a casa con las manos vacías.

La historia como técnico del Seleccionado duró finalmente dos años más. En los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, condujo al grupo de jugadores Sub 23 que ganó la primera medalla de oro en la historia de nuestro fútbol. El equipo fue un fiel exponente de lo que le gusta al entrenador, con presión en toda la cancha y una gran vocación ofensiva. Ganó los seis partidos que jugó y repitió formación en todos. Convirtió 17 goles y no le hicieron ninguno. “Ganar los Juegos Olímpicos me dio mucha felicidad, pero no en el sentido en que el periodismo me lo pregunta. Me dio felicidad por lo deportivo, no por vanidad. Sí porque hay una porción del pueblo argentino que se alegra cuando el fútbol gana”. El 14 de Septiembre, dos semanas después de colgarse la medalla de oro, renunció a su cargo. Ya no se sentía con la energía necesaria para dedicarse a una tarea que le exige estar al cien por cien.

Tres años más tarde, y luego de desechar ofertas varias para volver a dirigir, aceptó la propuesta de ser el director técnico de Chile. Cuando en conferencia de prensa le preguntaron qué hizo en ese tiempo, respondió: “Le contesto con una redundancia: no trabajé. En realidad, lo que hice corresponde a mi ámbito privado, no creo que interese”. El Bielsa que todos conocíamos estaba de vuelta. Su nuevo desafío pasaba por hacer jugar como potencia a una Selección que no lo es, y así buscar el pasaje al mundial de Sudáfrica. A falta de cuatro fechas para finalizar la eliminatoria, se ubica segundo en la tabla de posiciones y está logrando su objetivo.

Es difícil determinar cuál es el fútbol que le gusta a la gente. Pero de algo no tengo dudas, a todos nos gusta que nuestro equipo gane. Para alcanzar la victoria existen distintos métodos. Yo quiero que la Selección sea protagonista en todas las canchas. Los equipos de Bielsa tienen ese objetivo y para lograrlo priorizan siempre el ataque. Ese es el fútbol del loco, ese es el fútbol que me gusta a mí.

1/6/09

Rafa es humano

Rafael Nadal perdió un partido en Roland Garros. La noticia recorrió el mundo ante el asombro de todos. El domingo 31 de Mayo de 2009 quedará para siempre en la historia del tenis. El sueco Robin Soderling derrotó en 3 horas y media de juego al Nº 1 del mundo y tetracampeón en París, por 6-2, 6-7 (2), 6-4 y 7-6 (2). Rafa se despide del segundo Grand Slam del año en octavos de final, dejando atrás un record de 31 victorias consecutivas.

Hace un par de semanas, en la final del Masters de Madrid se enfrentaron Roger Federer y Rafael Nadal. Después de cinco finales perdidas en forma consecutiva contra el Nº 1 del mundo, el suizo logró la segunda victoria contra el de Mallorca, jugando en polvo de ladrillo. El historial entre ambos sigue siendo holgado a favor de Rafa (13-7), pero esta derrota era desde mi punto de vista un buen incentivo de cara a lo que venía. ¿Buen incentivo para Nadal? No precisamente.


“Son los otros los que me creen imbatible y desilusiona un poco descubrir que cuando ganas un torneo la gente lo considera normal. Para mi cada vez es un sueño, la cuarta vez más que la primera”, dijo Rafael luego de ganar Roma, uno de sus 5 títulos este año. El tenista español estaba desilusionado porque sentía que en su país no valoraban sus logros tanto como él. El público se había acostumbrado a ver ganar a Nadal y los títulos del de Manacor ya eran algo normal.

“En París, veremos quién llega a la final. Eso de entrada. Hablamos mucho de París y aún queda. Federer tiene potencial para ganar en París y para ganar en cualquier sitio. Es uno de los favoritos allí, pero el torneo empieza por la primera ronda no por la final. Ojalá jugara la final con él en París. Si me das un papel lo firmo ya”, declaraba Nadal luego de la derrota en Madrid.

Por primera vez en su carrera, Rafa no va a pisar el polvo de ladrillo de la Philippe Chartrier el segundo domingo y el público francés podrá ver coronarse a un nuevo campeón, algo que no sucede desde que Gastón Gaudio levantó el trofeo en 2004.

“Las derrotas no engrandecen nada por desgracia, pero también uno se da cuenta de la dificultad de lo que he hecho hasta hoy. Ayuda a valorar todo lo que he hecho anteriormente”, declaró Nadal en la conferencia de prensa post partido. La derrota ante Soderling ha vuelto vulnerable al, hasta ayer, imbatible tenista español. Rafa no cedía un set en Rolanga desde la final de 2007. El partido de ayer fue un cachetazo en la cara para unos cuantos. Nadie, ni el más fanático hincha de Soderling, esperaba una victoria del sueco.

“En el calentamiento, me había sentido bastante bien pero en el partido no. Me he parado en seco y hay que aceptar la derrota, lo mismo que se han aceptado las victorias, con la cabeza abierta para aprender. Hay que aprender perdiendo y trabajar en lo que he fallado y afrontar mejor los siguientes torneos”, expresó Rafael sobre el final y a modo de reflexión. Lo que viene, en su calendario tenístico, es nada menos que Wimbledon, tercer torneo grande del año y que Nadal ganó por primera vez en 2008, luego de una épica final contra Roger Federer. “Ahora, mi preparación es para la piscina de mi casa. Dadme tres días más para pensar en mi puesta a punto para Wimbledon”, dijo antes de partir en vuelo charter rumbo a Mallorca, en donde festejará su cumpleaños por primera vez en cinco años.

El español de 22 años y líder del ranking ATP desde Agosto del año pasado, acumuló la sexta derrota en 154 partidos jugados sobre tierra batida. En un par de semanas, los ojos del mundo tenis se posarán sobre el húmedo césped de Londres. El mejor jugador de tenis de la actualidad irá en busca de su segundo trofeo en fila. Puede ganar o perder como cualquiera, porque Rafa es humano.