11/4/11

Verde locura

El movimiento mecánico del brazo derecho es casi automático, antes de que las retinas reciban el primer destello de luz, el pulgar derecho busca de memoria el botón indicado del control remoto y el televisor se enciende. Es domingo, minutos después de las tres de la tarde, aunque por unos instantes el desconcierto que nos invade a todos al despertar me obliga a hacer un esfuerzo y chequear por segunda vez la hora en el despertador. Enseguida me vuelvo hacia la pantalla y los canales se suceden hasta llegar a los deportivos. En ESPN está a punto de comenzar la última jornada del Masters de Augusta – el torneo de golf más importante de la temporada – y un pequeño recuadro anuncia que Ángel Cabrera comenzará a jugar a las 15:40, hora de nuestro país. Para mi posterior sorpresa no cambio de canal, me levanto, me lavo la cara, me hago un café con leche y me siento frente a la tele a ver golf. Sí, golf.

Fueron más de cuatro horas durante las que palabras como putt, bogey o águila se escuchaban constantemente y en las que conocí a jugadores como Geoff Ogilvy y Adam Scott, entre otros. Me metí rápido en el personaje y – mientras seguía las acciones en el televisor – me dediqué a contar lo que pasaba vía twitter. Como si fuese el más experto periodista de golf, escribía comentarios como este: “@Santi_Gonzalez: Tremendo putt largo del Pato en el hoyo 4, aseguró el par y sigue -8. Tiger hizo águila en el 8, se puso -10 y lo festejó de lo lindo”. Sin la posibilidad de disfrutar de la imagen en HD por carecer de la tecnología necesaria y aprendiendo de lo que otros opinaban, también en 140 caracteres, el tiempo transcurría sin que se produzca desmedro alguno en mi nivel de atención. Hay que reconocer que la televisación del evento es fantástica, aprovechando los intervalos que se producen en el juego de cada participante – ya sea porque se trasladan de un lado a otro del campo o porque están aguardando su turno – uno tiene la posibilidad de ver en vivo lo que está haciendo cada uno de los que pelean arriba. Cambié de canal un par de veces aprovechando las pausas y así me encontré – casualmente – con el gol que Valeri le hizo a Boca. Pero no estaba interesado en ver fútbol.

Como leía esta mañana en El País, la jornada del domingo fue “una película de suspenso digna del mejor guión de Alfred Hitchcock”. Rory McIlroy, el joven de 21 años que había llegado al último día como líder y con cuatro golpes de ventaja sobre sus escoltas, no tuvo un buen desenlace y luego de un triple bogey en el hoyo 10 se despidió de la pelea por el título. Es probable que la presión le haya jugado una mala pasada como comentaban los expertos, la cuestión es que la debacle del irlandés le abrió la puerta a un nutrido grupo de competidores en la lucha por calzarse el saco verde. Diez nombres desfilaron por la punta a lo largo de una tarde inolvidable que fue derechito a parar a la historia grande del certamen. Acá van un par de tweets como ejemplo de lo cambiante que era el marcador: “@Santi_Gonzalez: Ogilvy está encendido, cinco birdies al hilo en 12-16 para subirse a la punta con -10” y un par de minutos después “@Santi_Gonzalez: Adam Scott quiere ser el primer australiano en ganar Augusta. Está puntero con -11 después del birdie en el 14”. Impredecible, vibrante.


En Buenos Aires caía la noche y con ella se acercaba el momento del desenlace allá en el estado de Georgia. Tiger Woods arrancó el día a siete golpes del puntero, tuvo un gran desempeño en la ida para llegar a ponerse -10 bajo el par de la cancha, lo que hizo ilusionar a sus fanáticos, pero se quedó sin nafta en el final y terminó cuarto y a cuatro del campeón. Sus 67 golpes del día fueron, sin embargo, su mejor marca para un domingo en el Masters. Ángel Cabrera se mantuvo expectante durante toda la tarde. Hizo birdie en el 15 y así llegó a -10, lo que lo dejaba a dos golpes del líder a esa altura. Era el momento de demostrar para qué estaba, pero un bogey en el hoyo siguiente lo dejó sin chances. Terminó con doble par, en el séptimo puesto con -9 y redondeando una buena actuación. Los australianos Adam Scott y Jason Day tuvieron un gran cierre y finalizaron como escoltas a dos golpes del vencedor. El saco verde fue para el sudafricano Charl Schwartzel que totalizó 274 (-14) para consagrarse por primera vez en un major. Con 5 birdies – cuatro en los últimos cuatro hoyos – y un águila fenomenal en el 3, logró recortar los cuatro golpes de más que tenía al comenzar la jornada y cerró con un gran putt que significó un título.

Para mí fue un domingo distinto, en el que pude confirmar – una vez más – que los grandes eventos deportivos cautivan mi atención y me invitan a vivirlos sin despegarme un segundo de la pantalla. El año pasado había seguido atentamente el desenlace de la consagración de Mickelson. Este sábado, mientras hacía zapping, vi como el Pato Cabrera terminaba segundo el tercer día de competencia, lo que le iba a permitir jugar el domingo junto al líder. Ayer me desperté casualmente en el momento que comenzaba la jornada y pude disfrutar de una tarde con el mejor golf del planeta. Pablo Fábregas, productor de Metro y Medio, dejó este comentario en su twitter cuando promediaba la tarde: “@pablitofabregas: Mirando golf y pasándola bien. Mañana voy a buscar los papeles para la jubilación”. Somos unos cuantos los que ésta mañana nos podríamos haber cruzado en la cola para iniciar el trámite.