12/7/10

Primer análisis de situación

Habiendo finalizado la Copa del mundo, el grupo de argentinos del que formo parte comienza a desmantelarse definitivamente: hoy partieron rumbo a Mendoza dos integrantes más y en pocos días estaré encarando la etapa final de mi aventura sudafricana en absoluta soledad. Esta mañana, mientras regresaba de pasar un fin de semana en el campo junto a una familia local, aprovechaba el viaje para repasar mentalmente algunas situaciones que me han llamado la atención durante el tiempo que llevo aquí.

Cuando uno pregunta por el nivel de inseguridad existente, las respuestas que recibe son similares a las que podría esbozar cualquier habitante argentino ante la misma pregunta: te pueden matar para robarte 20 Rands (sería el equivalente aproximado a 10 Pesos).

El martes 10 de Mayo de 1994, Nelson Mandela asumió como el primer presidente negro de la historia de Sudáfrica. Hace sólo veinte años que estas tierras dejaron de ser la casa del Apartheid. Es inevitable que, habiendo transcurrido tan poco tiempo, todavía se puedan ver las secuelas de más de cuatro décadas de segregación. Con un 80% de la población de ascendencia negra, el primer impacto es netamente visual, uno debe buscar bastante si pretende encontrar un hombre blanco. Como en (casi) todo, con el pasar de los días te vas acostumbrando y dejas de sentirte un completo extraño por tener un color de piel diferente al de la mayoría.

Hace instantes mencionaba que se pueden palpar aún las secuelas del Apartheid, pues bien, una de ellas se hace muy notoria cuando uno va a comer o a bailar a algún lugar de moda: los/as camareros/as son usualmente de piel blanca – como la mayoría de los que frecuentan estos sitios –, pero los encargados de recoger platos y vasos son siempre de piel negra. Hasta parece que lo hubieran pensado adrede: es como si fuese una sombra la que se encarga de devolverle el orden a tu mesa. Son momentos en los que mis sentimientos adquieren un sabor agridulce: al mismo tiempo que me río y disfruto con amigos, no puedo dejar de ver esa otra realidad que me rodea y que genera – paradójicamente – oscuridad en medio de tanta luz.

Por otro lado, como también hice mención anteriormente, he pasado mi último fin de semana en el campo (uno de los tantos que rodean a la ciudad de Durban con sus extensas plantaciones de caña de azúcar), ya que uno de mis compañeros de viaje conocía desde hace tiempo a una chica de estas tierras que nos invitó a pasar un par de días junto a sus padres, en la casa que ellos habitan en las afueras de esta hermosa ciudad costera. A raíz de ello, hemos tenido la posibilidad de compartir hermosos momentos y de experimentar cómo es la vida hoy día de una auténtica familia sudafricana. Entre las numerosas charlas intercambiando datos acerca de las costumbres, tanto suyas como nuestras, he logrado recavar cierta información respecto de como se siente un habitante de piel blanca en relación al resto de la población. Yo tenía el dato de que era un poco así, pero he podido confirmar – por lo menos para esta familia – que hoy se da una especie de "discriminación al revés": los blancos se sienten excluidos por los negros.

Sin embargo, a pesar de lo negativas que puedan sonar las vivencias que he intentado retratar, logro ver luz al final del túnel. Por un lado está el reconocimiento de un inmenso amor por su país de parte de los blancos al admitir con dolor su sentimiento de exclusión. Y por el otro está la inagotable alegría de la población negra, que te envuelve en cada momento y en cada situación: es de lo más habitual verlos bailar y sonreír, no interesa si están trabajando o paseando en familia.

Según mi modo de ver las cosas, es lógica la situación desde el punto de vista racial y deberá pasar mucho tiempo (y muchas generaciones) para que esta herida cierre: el daño producido por los cuarenta años de Apartheid es, sin duda, demasiado profundo. Por su parte, la pobreza, la falta de educación y, el consiguiente desprecio por la propia vida son los causantes de la (no menos lógica) inseguridad. Y aquí es donde deja de importar por completo el color de piel, al mismo tiempo que se vuelve imperiosa una taxativa respuesta a nivel político.

6 comentarios:

  1. Tal como lo ves, el apartheid sigue existiendo, mires como lo mires, blanco o negro, la discriminación sigue aplastando almas. Una pena, pero no tan diferente de lo que sucede en el resto del mundo, por lo menos lo que yo conozco y lo que tú y todos los que somos concientes de que siempre los que ponen orden a tu mesa, tu casa, tu oficina, son los mismos. Duele pensar que haga falta convocar a la gente a manifestarse contra la discriminación. Y la pobreza...la falta de educación...duele pensar también que sean necesarias tantas ONG trabajando en ese continente casi desesperadamente y contra reloj. Me alegro que puedas ver también el lado positivo de ese pueblo, en España hay un dicho muy de la calle: "mas blanco que risa de negro", es verdad que son así, sonríen solo por estar vivos, la alegría no es solo brasilera, no Santi. Me encantó tu nota.

    ResponderEliminar
  2. Santi, terminado el mundial con sensaciones dispares para aquellos que nos gusta el futbol (esos comentarios lo haremos a la vuelta, donde me contarás que otras cosas sobre este juego pudiste ver en vivo y en directo.)
    Respecto de la experiencia que estás viviendo, a priori y a la distancia merece el calificativo de "UNICA". De tus primeros comentarios surgen ideas principales tales como:
    vivencias cosmopolitas, dadas por cruce de razas, etnias, procedencias,religiones, etc...etc,...que tu atenta mirada nos enriquecerá, desde tu aprendizaje en esta inigualable explosión cultural, del cual vos sos un privilegiado expectador.
    Ahora el tema de la discriminación, creo, se ve potenciado allí por el "apartheid" que ese país sufrió por decadas, pero es una situación común a la mayoría de las personas (en sus distintos países) de las que visitaron Sudafrica.
    Lo que más rescato del artículo es el hilo conductor que ya tenés claramente incorporado en tu línea editrial, que es una profunda sensibilidad por reconocer hechos, situaciones y conductas que a diario producimos los seres humanos en nuestro tránsito social.Ver al otro, al distinto?, al menos visible, nos ayudará a reconocer y mejorar situaciones de profunda discriminación, que a diario somos conscientes o inconscientes provocadores. Eso me parece que orgullosamente es tu mejor estandarte. Gracias, Santiago.

    ResponderEliminar
  3. Otro muy buen artículo, donde un tema que siempre debe ser una preocupación, no discriminar a ningún otro ser humano, ha sido muy claramente expuesto. Felicitaciones

    ResponderEliminar
  4. Santi: primero felicitarte por cumplir el sueño de vivir esta experiencia! y ademas agradecerte por compartir tus vivencias.
    Estan a la vista tu inteligencia y gran sensibilidad, se necesitan muchos Santiagos para lograr los cambios q muchos anhelamos.
    Sos un orgullo de persona !!!

    ResponderEliminar
  5. Me gustó mucho este artículo, aunque, como opinión a título personal y visto en forma totalmente objetiva desde un punto de vista literario, la última oración no me gustó como cierre, como que perdió hilación con el resto del texto, por lo demás me diste una visión creo yo bastante amplia de lo que es Sudáfrica, no sólo un basto zoológico, también un hogar de personas buscando un sentido, "un lugar en el mundo".
    Besitos de tu prima lejana

    ResponderEliminar
  6. Ahora que el mundial pasó y mi frustración se debilita un poco, puedo apreciar que detrás de esta manifestación deportiva hay un país complejo y novisimo. Tu sensible descripción me despierta curiosidad por saber más de este país. Despertar la inquietud del conocimiento, es algo maravilloso y en eso baso primordialmente mis felicitaciones.

    ResponderEliminar